[...] Cuando Sabari vio que Sri Rama había llamado a su morada, recordó las palabras del sabio Matanga y se alegró mucho.
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Postrándose una y otra vez a los pies del Señor le contó amorosamente toda la historia de lo que el sabio Matanga le había dicho y cómo todo el tiempo había esperado ansiosamente Su llegada.
Después de contarle toda la historia contempló el rostro del Señor y grabó la imagen de Sus pies de loto en su corazón; y arrojando su cuerpo en el fuego del Yoga entró en el estado de Sri Hari, del cual no hay regreso.
"Oh hombres, abandonad vuestras actividades, pecados y distintos credos que dan nacimiento al dolor, y con auténtica fe -dice Tulsidas-, sed devotos a los pies de Sri Rama.
El Señor otorgó la final beatitud incluso a una mujer que no sólo era un desecho, sino también una auténtica fuente de pecado; tú buscas felicidad, estúpida mente, olvidando a un maestro tal!" [...]
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Postrándose una y otra vez a los pies del Señor le contó amorosamente toda la historia de lo que el sabio Matanga le había dicho y cómo todo el tiempo había esperado ansiosamente Su llegada.
Después de contarle toda la historia contempló el rostro del Señor y grabó la imagen de Sus pies de loto en su corazón; y arrojando su cuerpo en el fuego del Yoga entró en el estado de Sri Hari, del cual no hay regreso.
"Oh hombres, abandonad vuestras actividades, pecados y distintos credos que dan nacimiento al dolor, y con auténtica fe -dice Tulsidas-, sed devotos a los pies de Sri Rama.
El Señor otorgó la final beatitud incluso a una mujer que no sólo era un desecho, sino también una auténtica fuente de pecado; tú buscas felicidad, estúpida mente, olvidando a un maestro tal!" [...]