[...] El rey Janaka acudió con su hermano menor Kusadhwaja.
Aunque tenía fama de ser un hombre muy desapegado, su mente quedó sin fuerzas en cuanto puso su mirada en Sita.
El rey estrechaba a Sita contra su pecho, y toda su sabiduría quedaba destrozada.
Sus sabios consejeros le reprendían y, viendo al fin que no era momento de lamentarse, el rey se serenó.
La familia entera rebosaba de emoción pero, dándose cuenta de que había llegado el momento, el rey invocó al señor Ganesha y a Su compañera Siddhi, y ayudó a las princesas a montar en los palanquines. [...]
Aunque tenía fama de ser un hombre muy desapegado, su mente quedó sin fuerzas en cuanto puso su mirada en Sita.
El rey estrechaba a Sita contra su pecho, y toda su sabiduría quedaba destrozada.
Sus sabios consejeros le reprendían y, viendo al fin que no era momento de lamentarse, el rey se serenó.
La familia entera rebosaba de emoción pero, dándose cuenta de que había llegado el momento, el rey invocó al señor Ganesha y a Su compañera Siddhi, y ayudó a las princesas a montar en los palanquines. [...]