En referencia a los que hacen el mal, Tulsidas dice:
[...] Perciben las faltas de los otros como si tuvieran mil ojos y su mente echa a perder los intereses de los demás como la mosca estropea la mantequilla pura. En el esplendor se asocian con el dios del fuego y en la ira luchan con el dios de la muerte que va montado sobre un búfalo. Son ricos en el crimen y el vicio, igual que Kubera, dios de las riquezas, es rico en oro. [...]
En referencia a la ciudad de Mithila:
[...] La belleza de la ciudad sobrepasaba toda descripción; cada centímetro de ella cautivaba el alma. Había un hermoso bazar y maravillosos balcones hechos de joyas, como si el Creador mismo los hubiese adornado con sus manos. Mercaderes, que competían con Kubera, se sentaban con todas sus mercancías. [...]
[...] Magníficas ropas se desplegaban como alfombras para los invitados reales; y al verlo, Kubera, dios de la riqueza, ya no se sentía orgulloso de su riqueza. [...]
[...] Magníficas ropas se desplegaban como alfombras para los invitados reales; y al verlo, Kubera, dios de la riqueza, ya no se sentía orgulloso de su riqueza. [...]
El demonio Ravana a su esposa Mandodari:
[...] "Escucha, querida; estás obsesionada por miedos vanos. ¿Qué guerrero en este mundo puede igualarme?
Por la fuerza de mi brazo he conquistado no sólo a Varuna, a Kubera, el dios de las riquezas, al dios del viento, a Yama, dios del castigo, y no sólo a todos los demás regentes de los rincones del mundo, sino a la Muerte misma. [...]
Por la fuerza de mi brazo he conquistado no sólo a Varuna, a Kubera, el dios de las riquezas, al dios del viento, a Yama, dios del castigo, y no sólo a todos los demás regentes de los rincones del mundo, sino a la Muerte misma. [...]
Sri Rama, luego de liberar a Sita, devuelve el carro aéreo Puspaka a Kubera:
[...] Cuando el Señor todomisericordioso vio salir a toda la gente a Su encuentro, aceleró su carro aéreo hasta llegar cerca de la ciudad y aterrizó en ella.
Mientras descendía del coche, el Señor dijo al Puspaka: "Ahora regresa a Kubera".
Ante esta orden de Sri Rama, el coche aéreo partió, lleno de una mezcla de alegría y profunda agonía. [...]
Mientras descendía del coche, el Señor dijo al Puspaka: "Ahora regresa a Kubera".
Ante esta orden de Sri Rama, el coche aéreo partió, lleno de una mezcla de alegría y profunda agonía. [...]
El Señor Shiva dice a Uma:
[...] "Entonces, el señor del reino alado vino a mí lleno de tristeza. Por entonces yo iba a la residencia de Kubera, y tú, Uma, estabas aquí en el Monte Kailasa." [...]